lunes, 18 de abril de 2011

Articulo "Diario Mallorca" 18 Abril 2011

Los cofrades toman la calle

La procesión del Domingo de Ramos inició ayer los actos religiosos de la celebración de la Semana Santa


La procesión del Domingo de Ramos marca el inicio de Semana Santa, en ella participan las 32 cofradías de Palma que ayer fueron seguidas por numeroso publico.
La procesión del Domingo de Ramos marca el inicio de Semana Santa, en ella participan las 32 cofradías de Palma que ayer fueron seguidas por numeroso publico.




LOURDES DURÁN. PALMA La Agrupació Musical Joventut d´Inca le entraba a Sant Jaume con redoble de tambores. Faltaban quince minutos para que diera comienzo la procesión de la Entrada de Jesús en Jerusalén, el inicio del rosario del paseíllo de las hermandades que en Semana Santa lucen su esplendor. La estrecha arteria contenía la respiración porque entre la plaza Santa Magdalena y ella misma no daban abasto con el paso de cofrades, músicos de banda, legionarios, turistas, paseantes, incluso algún que otro paso que desfiló ayer en la procesión del Domingo de Ramos. En el templo se escuchaba canto gregoriano y Rafel Pericàs, presidente de la Associació de las Cofradías de Palma, ponía orden. Las primeras hermandades en salir, las dos invitadas este año, fueron Nuestra Señora del Carme de Pòrtol y la del Crist de s´Arenal, escoltadas por los Tamborilers de la Sala. A las 18 horas, fiel al programa, empezaba la primera procesión de la Pascua en Palma, en la que salen las 32 hermandades, este año con cierta disensión por la forma de vivir y transmitir la fiesta religiosa.
Les aguardaban cuatro Policías Montados en la plaza de Joan Carles I para abrir el desfile y, sobre todo, una colorida sociedad a la que le pudo más la devoción que el ir a la playa. No les pasó por alto a los de primera fila el orín de uno de los caballos que provocó que los primeros cofrades se mancharan la capa. "¡Qué olor a pipí!", decían entre risas.
El Born se fue convirtiendo en una brizna de colores que pasaba del amarillo al morado y blanco de la hermandad de Jesús del Gran Poder, entre cuyos penitentes se vieron muchos pies descalzos y anudados a una cadena. Un niño pequeño intentaba seguir el compás con sus pasitos, con gesto concienzudo. Si algo determina los cambios de la Pascua es la incorporación masiva de mujeres y cada vez más, de niños, incluso algunos bebés que son portados por sus padres y madres en brazos o los más afortunados, en cochecito. Ni qué decir que el click de los turistas se dirigía directamente a ellos en una procesión, la de ayer, con escasos pasos. Hay que esperar al Jueves Santo para ver la galanura de la Virgen de la Esperanza y la de la Salud, movidas con el sudor de los costaleros.

Geometrías

Devociones aparte, las procesiones guardan una liturgia plena de reglas que luego la calle hace suyas. Pronto ves salir una caperuza de un estrecho callejón cuando en la otra esquina aparece, casi como un espejo, ese mismo capirote con idéntica mirada cortada. Son las geometrías que otorga el urbanismo a un festejo cargado de estética. La curva de los cofrades de Nuestra Señora de La Esperanza y de la Paz entre el paseo del Born y la calle Sant Felio era de una belleza pasmosa. El terciopelo verde de su capirote alcanzaba las copas de los plateros. Abajo, los niños eran regalados con confites y caramelos, muchos de ellos con forma de nazareno.
Atajó la comitiva para alcanzar Jaume III por Ca´n Asprer y de nuevo, la geometría: desde la boca de Sant Jaume seguían saliendo pasos y si torcías la mirada, unos metros más arriba, subían la avenida los primeros que tomaban la calle Barón de Santa María del Sepulcro. Así se cruzaron las cofradías de Nuestra Señora del Socorro con la de La Salle: del granate al blanco y celeste. A los redobles de tambores, el silencio. Si se le escucha en una calle estrecha, la Pasión entra a raudales.
Tres horas de un recorrido no exagerado que concluía en Concepción. Los últimos en salir aguardaban, muchos agarrados a su blackberry, otros masticando algún que otro confite, en las bambalinas de Sant Jaume, entre el zigzag de la estrechísima Sacristía de Sant Jaume y Jaquotot. Cerró, por ser de la iglesia anfitriona, la cofradía de Penitentes de Santiago, con su paso y su banda.

1 comentario:

Miguel Martínez dijo...

Creo que la periodista va un poco confundida. De momento nuestro traje no es granate.